Por Jesús Agualimpia
El pasado 25 de mayo, al escuchar noticias CNN, hablaban de la muerte de George Floyd. Según el presentador, “en más de 70 ciudades en los Estados Unidos la gente salió en protesta por lo ocurrido”. En ese momento me dije en voz alta: “bendito sea Dios”.
Al mirar las imágenes que mostraba CNN, recordé las grandes luchas de los líderes norteamericanos como Martin Luther King, y la marcha de Washington con motivo de la conmemoración de los 100 años de la abolición de la esclavitud de los negros en los Estados Unidos. En aquella ocasión se realizó la más grande manifestación de protesta pacífica generada por un movimiento de desobediencia civil en contra de la discriminación y el racismo. La marcha, por supuesto, fue encabezada por el reverendo Martin Luther King. Era el 28 de agosto de 1963.
Asistieron 250 mil personas teniendo como testigo la imagen del expresidente Abraham Lincoln, aquel que abolió la esclavitud en Norteamérica el primero de enero de 1863. 100 años después allí estaban los negros reclamando aquellos derechos que les habían prometido y que no se los habían respetado.
La marcha defendía un documento de 100 puntos que buscaban la reivindicación étnica y social, todos basados en los derechos de igualdad: los derechos civiles.
Y fue en ese lugar en el Memorial Lincoln en donde el reverendo Luther King Jr pronunció su memorable discurso titulado ‘Tengo un sueño’, que para los entendidos fue una pieza oratoria espléndida y premonitoria de lo que comenzaría a suceder en el futuro próximo. Miremos algunos de sus apartes:
“Yo tengo un sueño de que un día esta nación se elevará y vivirá el verdadero significado de su credo: ‘Creemos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales’.
Yo tengo el sueño de que un día en las coloradas colinas de Georgia los hijos de los ex esclavos y los hijos de los ex propietarios de esclavos serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la hermandad. Yo tengo el sueño de que un día incluso el estado de Mississippi, un estado desierto, sofocado por el calor de la injusticia y la opresión, será transformado en un oasis de libertad y justicia. Yo tengo el sueño de que mis cuatro hijos pequeños vivirán un día en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel sino por el contenido de su carácter. ¡Yo tengo un sueño hoy!”
Y agregó: “Yo tengo el sueño de que un día, allá en Alabama, con sus racistas despiadados, con un gobernador cuyos labios gotean con las palabras de la interposición y la anulación; un día allí mismo en Alabama, pequeños niños negros y pequeñas niñas negras serán capaces de unir sus manos con pequeños niños blancos y niñas blancas como hermanos y hermanas”.
Y así continuó aquel discurso por casi dos horas. Cuando uno lee y escucha lo que significan esas palabras de Luther King, se reconocen las razones del porqué los negros siguen luchando por sus derechos tras casos de violencia racial como el de George Floyd.
El pueblo se volcó a las calles a reclamar por sus derechos, esos por los que luchó Martin Luther King y miles de líderes y que hasta hoy algunos siguen vulnerando. Derechos como la igualdad para todos, igualdad para estudiar en los mismos colegios y universidades en las misas condiciones, igualdad para comer en el mismo restaurante, trabajar en las mismas empresas, jugar en los mismos equipos, bailar en las mismas discotecas. Pero en la práctica eso aún no ocurre del todo.
De allí la situación que produjo el estallido social que se sintió en distintas ciudades en el mundo. Muchos no entienden que la sociedad cambió, pero sus gobernantes se quedaron en el pasado. No sería extraño que a Colombia llegue ese coletazo de protesta en contra de la discriminación racial. Amanecerá y veremos.