La cultura de nuestro pueblo: ¿utopía o realidad?

En los últimos tiempos la cultura de Buenaventura se ha venido abajo debido a varias razones. Entre ellas la equivocación que tienen muchos al creer que cuando hablamos de cultura, nos estamos refiriendo al baile del currulao o chirimía, o simplemente a un festival folclórico. A pesar de que estas expresiones artísticas forman parte de los ejes de identidad, no son como muchos creen el ‘alfa y omega’ de nuestra cultura.

No olvidemos que hablar de cultura es hablar de todas nuestras prácticas sociales: la partería, la muerte y todas sus connotaciones (los velorios, el gualí o chigualos), etc.

En la cultura también se incluye la forma de vestir, el lenguaje, los peinados, en fin: la manera en que vivimos.

Ahora bien, necesitamos que nuestra cultura vuelva a tener el renombre de otrora. Como en los tiempos de Teófilo Roberto Potes, Peregoyo y su Combo, Mercedes Montaño, Petronio Álvarez y tantos otros maestros.

Se necesita voluntad política para aplicarle ‘reingeniería’ a la Casa de la Cultura. Para empezar hay que convocar a todos los que saben de las expresiones artísticas del Pacífico para que hagan su aporte de ideas, y así construir el manual o carta de navegación de la cultura bonaverense.

Después de crear lo que podríamos llamar la ‘Biblia de nuestra cultura’, el segundo paso es crear conciencia cultural a partir de la recolección de semilleros en los distintos barrios de la ciudad y en las escuelas, desde el preescolar,  estableciendo metas a corto, mediano y largo plazo.  El objetivo con ello es descubrir y formar a los nuevos músicos, cantantes, bailadores, folcloristas, humoristas, pintores y poetas del Siglo XXI.

Es importante no perder de vista que mientras hacemos lo anterior, igualmente debemos reconocernos como hijos de esta tierra para enaltecer nuestro trabajo y reivindicar nuestra importancia.

Qué bueno sería construir la galería de los próceres en el Pacífico. Luego rescatar acervos culturales y personajes que han contribuido a nuestro pueblo para hacerlo cada día más grande.

En esta galería deben estar las efigies de Patricio Olave Angulo, Eusebio Muñoz Perea, Marino Klinger Salazar, Enrique Urbano Tenorio, Petronio Álvarez, Delio Maravilla Gamboa, Fredy Rincón, Margarita Hurtado, Mercedes Montaño, Teófilo Roberto Potes, Adolfo ‘el tren’ Valencia, Roberto Lozano Batalla, Raúl Cuero, Watusi y  otros de igual o mayor importancia que por el momento escapan al rigor de la memoria.

Cuando hayamos hecho todo esto, muchos de afuera y de adentro nos mirarán con orgullo y agradecimiento por haberles dejado un legado a las generaciones que nos siguen.

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