By: Rodrigo Victoria Botero
Apenas corrían los primeros pasos de un ser que tiene el Pacífico incrustado en cada neurona. Como chocoano, la intelectualidad, la lectura y el sacar adelante la empresa que se empeñe es lo más claro que tiene. Jesús Agualimpia se enseñó a ser primero y pionero.
Por eso cuando me llamó a ser el primer editor de Pacífico Siglo XXI, hace 30 años ya, le correspondí diciendo: “vamos a conocer este recóndito paraje y de paso a saborear las historias mancondionas que Gabo no entró a describir”.
Cientos de cassettes, miles de fotografías reveladas, millares de hojas escritas a máquina que incluían el antetítulo, el título, la llamada, las leyendas y las más finas recomendaciones de los Cano para que el periódico de los negros de acá no desentonara con el estilo de El Espectador de allá.
Noches enteras oyendo a Jesús preguntar y preguntar a tantos funcionarios que después sacaron pecho o que tuvieron que partir al exterior, de esta vida terrenal o a estar detrás de barrotes.
Es que si Pacífico Siglo XXI no llegaba a Nóvita, Iscuandé, El Charco, Riosucio, Tadó, Itsmina, Juradó, Bahía Solano, Condoto, Sipí, Guapi, Caldono, Balboa, Guachené, Yurumanguí y Buenaventura, en avión, lancha, potrillo o a mula, el tiempo se había encargado de afirmar que Jesús no estaba en estas tierras.
Ser el primero y recorrer más de 50 ediciones en un maravilloso tabloide que en su tercera década sigue vigente y luchando por la igualdad, la etnoeducación y la reivindicación de los derechos de los negros como quiera que se apalancó en la Ley 70 y en tantas historias que esos hombres en Cauca, Chocó, Nariño y el Pacífico vallecaucano han narrado a través del papel de Pacífico Siglo XXI.
Sí, hoy parodio al famoso concurso de El Espectador ¿Y dónde está Javier? para que el Pacífico lo siga buscando en medio de su mar, sus ríos, cordillera, media montaña y en la ciudad cargado de cientos de números de ediciones registradas a color y manteniendo la memoria del Litoral.
Este negro Jesús vive con su billetera pelada, pero en cada página hay una historia y un motivo para crecer en familia. Un café con Jesús se va hasta el almuerzo. Una nota para resaltar sus 30 años, solo será una breve reseña de lo largo y ancho que ha significado para el Pacífico.
Gracias, mi negro, por darme esa oportunidad de aprender, de conocer, de atender, de tener don y de seguir en la brega, aunque alguna alcaldía prefiera dejar por fuera a la tinta y el papel que registra y guarda la historia como lo hacemos desde El Puerto, Pacífico Siglo XXI, La Opción y Porteño, Se Nota.